Después de haber investigado sobre el amor de Dios, ahora hay que
hacerlo sobre su justicia y su misericordia. Esta cuestión plantea y
exige respuesta a cuatro problemas:
Artículo 1:
En Dios, ¿hay o no hay justicia?
lat
Objeciones por las que parece que en Dios no hay justicia:
1. La justicia se da con la templanza. Pero en Dios no hay templanza.
Luego tampoco justicia.
2. El que lo hace todo según el deseo de su voluntad, no
actúa con justicia. Pero, según dice el Apóstol en Efesios 1 Dios "realiza todo conforme a la decisión de su voluntad,". No debe por tanto atribuírsele justicia.
3. El acto de justicia consiste en dar
lo debido. Pero Dios no es deudor de nadie. Luego no le corresponde
tener justicia.
4. Lo que hay en Dios es su esencia. Pero esto no le
corresponde a la justicia, pues dice Boecio en el libro De
Hebdomad,: El bien contempla la esencia; y la
justicia, la acción. Luego la justicia no le corresponde a
Dios.
Contra esto: está lo que se dice en el Sal 10,8: El Señor es justo y
ama la justicia.
Respondo: Hay una doble especie de justicia.
Una consistente en el mutuo dar y recibir. Ejemplo: La compraventa, la
intercomunicación, la conmutación. En V Ethic. es
llamada por el Filósofo justicia conmutativa o reguladora de
conmutaciones o comunicaciones. Esta justicia no le corresponde a
Dios, porque tal como dice el Apóstol en Rom 11,35: ¿Quién le dio
primero para que le tenga que devolver? La otra, consiste en la
distribución. Es llamada justicia distributiva, por la cual el
que manda o administra da a cada uno según su dignidad. Así como una
correcta organización de la familia o de cualquier multitud gobernada,
demuestra que hay dicha justicia en quien manda, así también el orden
del universo, que aparece tanto en las cosas naturales como en las
voluntarias, demuestra la justicia de Dios. Por eso dice Dionisio en
el c.8 De Div. Nom.: Es necesario ver que la
justicia de Dios es verdadera en el hecho de que da a cada uno lo que
le corresponde según su dignidad, y que mantiene la naturaleza de cada
uno en su lugar y con su poder correspondiente.
A las objeciones:
1. Algunas virtudes morales tienen
su punto de referencia en las pasiones: La templanza, en la
concupiscencia; la fortaleza, en el temor y la audacia; la
mansedumbre, en la ira. Tales virtudes no pueden ser atribuidas a Dios
más que metafóricamente; porque como ya se dijo (q.20 a.1 ad 1), en
Dios no hay pasiones, ni apetito sensitivo, que es el sujeto de tales
virtudes, como dice el Filósofo en III Ethic.
Algunas virtudes morales, por otra parte, tienen su punto de
referencia en las operaciones: como la justicia, la liberalidad y la
magnificencia, en el dar y recibir. Estas no están en la parte
sensitiva, sino en la voluntad. Por eso, nada impide que se atribuyan
a Dios, pero no con respecto a acciones específicamente humanas, sino
las propias de Dios. Pues resulta ridículo alabar en Dios la
virtuosidad política, como dice el Filósofo en X Ethic.
2. Como el bien conocido es el
objeto de la voluntad, le resulta imposible a Dios querer si no es por
el contenido de su sabiduría. De la misma forma que por la ley de la
justicia su voluntad es recta y justa. Por eso, lo que hace
según su voluntad, lo hace justamente. Como nosotros que, al obrar
según la ley, obramos justamente. Pero mientras nosotros obramos según
la ley de alguien superior a nosotros, Dios es para sí mismo
Ley.
3. A cada uno se le debe lo que es
suyo. Se dice que es de alguien aquello que le está subordinado.
Ejemplo: El siervo al Señor. Pero no a la inversa; ya que libre es
aquel que dispone de sí mismo. Y lo debido conlleva una cierta
exigencia o necesidad por parte del subordinado. En las cosas hay que
tener presente, en este sentido, un doble aspecto, Por una parte, algo
creado está subordinado a algo creado, como las partes al todo, los
accidentes a las sustancias, y cada cosa a su fin. Por otra parte,
todo lo creado está subordinado a Dios. Y en esto último, que es la
operación divina, hay que considerar una doble dimensión: algo que se
debe a Dios y algo que se debe a lo creado. Dios es quien lo satisface
todo. Pues a Dios se debe el que se cumpla en las cosas lo que
determina su sabiduría y su voluntad y que pone al descubierto su
bondad. En este sentido, la justicia de Dios mira su propio decoro,
pues se da lo que a sí mismo se debe. Y a lo creado se le debe que
posea lo que le corresponde. Ejemplo: Que el hombre tenga manos, y que
le estén sometidos los animales. En este sentido también Dios hace
justicia dando a cada uno lo que le corresponde a su
naturaleza y condición. El segundo sentido expuesto depende del
primero, ya que a cada uno se le debe lo que le está subordinado según
lo establecido por la sabiduría divina. Pero, aun cuando Dios dé, en
este sentido, lo debido a alguien, sin embargo El no es deudor; porque
El no está subordinado a nadie, sino, por el contrario, los demás lo
están en El. Por eso, en Dios la justicia es llamada a veces expresión
de su bondad; otras veces, retribución de méritos. A todo esto se
refiere Anselmo cuando dice: Al castigar a los malos
eres justo, pues lo merecen; al perdonarlos, eres justo, porque así es
tu bondad.
4. Aun cuando la justicia se
concrete en los actos, sin embargo esto no excluye que sea la esencia
de Dios; porque también lo que pertenece a la esencia puede ser
principio de acción. Pero el bien no siempre se concreta en los actos,
porque se dice que alguien es bueno, no sólo por lo que hace, sino
también porque en esencia es perfecto. Y en aquel mismo texto se dice
que lo bueno es a lo justo lo que lo general a lo particular.
Artículo 2:
La justicia de Dios, ¿es o no es la verdad?
lat
Objeciones por las que parece que la justicia de Dios no es
verdad:
1. La justicia está en la voluntad, ya que, como dice
Anselmo, es la rectitud de la voluntad. En
cambio, la verdad está en el entendimiento, según nos dice el Filósofo
en VI Metaphys. y en VI Ethic. Por lo tanto, la justicia no pertenece a la verdad.
2. Según el Filósofo en IV Ethic., la
verdad es una virtud distinta de la justicia. Por lo tanto, la verdad
no pertenece a la razón de justicia.
Contra esto: está lo que se dice en el Sal 84,11: La misericordia y
la verdad se encontraron. Ahí se ha escrito verdad por
justicia.
Respondo: Como ya se dijo (q.16 a.1), la verdad
consiste en la adecuación entre el entendimiento y las cosas. Y el
entendimiento que es causa de las cosas, se relaciona con ellas como
su regla y medida; y sucede al revés con el entendimiento que toma su
saber partiendo de las cosas. Así, pues, cuando las cosas son la regla
y la medida del entendimiento, la verdad consiste en que el
entendimiento se adecue a las cosas. Esto es lo que sucede en
nosotros. Pues de lo que las cosas son o no son depende que nuestra
palabra sea verdadera o falsa. Pero cuando el entendimiento es la
regla y la medida de las cosas, la verdad consiste en que las cosas se
adecuen al entendimiento. Ejemplo: El artista hace un buen trabajo
cuando es fiel a los principios del arte. Pues bien, la relación entre
obra artística y arte es idéntica a la existente entre obra justa y
ley. Así, pues, la justicia de Dios, que constituye el orden en las
cosas adecuado a su sabiduría, que es su ley, es llamada
correctamente verdad. Y así, entre nosotros decimos también verdad de la justicia.
A las objeciones:
1. La justicia, en cuanto ley
reguladora, está en la razón o entendimiento; en cuanto mandato, por
el que se regulan las obras según la ley, está en la
voluntad.
2. La verdad de la que está
hablando el Filósofo es una determinada virtud por la que alguien, con
palabras y hechos, se manifiesta tal cual es. Y consiste en la
conformidad entre signo y significado; pero no en la conformidad entre
efecto y causa y regla, correspondiente, como se dijo, a la
verdad de la justicia.
Artículo 3:
En Dios, ¿hay o no hay misericordia?
lat
Objeciones por las que parece que en Dios no hay misericordia:
1. Como dice el Damasceno, la misericordia es una especie de la tristeza. Pero en Dios no hay
tristeza. Luego tampoco hay misericordia.
2. La misericordia es una disminución de la justicia. Pero
Dios no puede omitir lo que es propio de su justicia. Pues se dice en
2 Tim 2,13: Si no creemos, El permanece fiel; El no puede renunciar
a sí mismo. Como dice la Glosa, renunciaría a sí
mismo si renunciara a sus palabras. Luego a Dios no le corresponde la
misericordia.
Contra esto: está lo que se dice en el Sal 110,4: El Señor es
compasivo y misericordioso.
Respondo: La misericordia hay que atribuirla a
Dios en grado sumo. Pero como efecto, no como pasión.
Para demostrarlo, hay que tener presente que misericordioso es como
decir que alguien tiene miseria en el corazón, en el sentido de
que le entristece la miseria ajena como si fuera propia. Por eso
quiere desterrar la miseria ajena como si fuera propia. Este es el
efecto de la misericordia. Entristecerse por la miseria ajena no lo
hace Dios; pero sí, y en grado sumo, desterrar la miseria ajena,
siempre que por miseria entendamos cualquier defecto. Y los defectos
no desaparecen si no es por la perfección de alguna bondad. Y como ya
se demostró (q.6 a.4), el origen primero de la bondad es Dios. Pero
hay que tener presente que otorgar perfecciones a las cosas pertenece
a la bondad divina y a la justicia, liberalidad y misericordia. Pero
por razones distintas. Pues, considerándolo absolutamente, transmitir
perfección pertenece a la bondad. Pero en cuanto a las perfecciones
presentes en las cosas, concedidas por Dios proporcionalmente, esto
pertenece a la justicia, como ya se dijo (a.1). Y en cuanto a las
perfecciones dadas a las cosas no para su utilidad, sino sólo por su
bondad, esto pertenece a la liberalidad. Y en cuanto a las
perfecciones dadas a las cosas por Dios y que destierran algún
defecto, esto pertenece a la misericordia.
A las objeciones:
1. Esta objeción toma la
misericordia como pasión.
2. Dios, al obrar
misericordiosamente, no actúa contra sino por encima de la justicia.
Ejemplo: Si a quien se le deben cien denarios se le dan doscientos,
quien hace esto no es injusto, sino que obra libre y
misericordiosamente. Lo mismo sucede cuando se perdonan las ofensas
recibidas. Pues quien algo perdona, algo da. Por eso el Apóstol, al
perdón lo llama don cuando dice en Ef 4,32: Daos unos a
otros como Cristo se dio a vosotros. Queda claro, así, que la
misericordia no anula la justicia, sino que es como la plenitud de la
justicia. Por eso se dice en Sant 2,13: La misericordia hace
sublime el juicio.
Artículo 4:
¿Hay o no hay justicia y misericordia en todo lo que Dios
hace?
lat
Objeciones por las que parece que no hay justicia y misericordia en
todo lo que Dios hace.
1. Algunas obras de Dios, como la justificación del impío, son
atribuidas a la misericordia; otras, en cambio, como la condena de los
impíos, lo son a la justicia. Por eso se dice en Sant 2,13: Sin
misericordia se juzgará a aquel que no obre con misericordia.
Luego en todas las obras de Dios no siempre aparece la misericordia y
la justicia.
2. En Rom 15,8s, el Apóstol atribuye la conversión de los
judíos a la justicia y a la verdad; y la de los paganos, a la
misericordia. Luego en todas las obras de Dios no siempre aparece la
misericordia y la justicia.
3. En este mundo muchos justos son afligidos. Esto es
injusto. Luego en todas las obras de Dios no siempre aparece la
justicia y la misericordia.
4. Justicia es dar lo debido; misericordia es desterrar
la miseria. Tanto la justicia como la misericordia presuponen algo en
su obrar. Pero la creación no presupone nada. Luego en la creación ni
hay misericordia ni hay justicia.
Contra esto: está lo que se dice en el Sal 24,10: Todos los caminos
del Señor son misericordia y verdad.
Respondo: Es necesario que en todas las obras
de Dios se encuentre misericordia y verdad. Misericordia, si se toma
como destierro de algún defecto; pues no todo defecto puede ser
llamado miseria, sino sólo los defectos de la naturaleza
racional, a la que le corresponde ser feliz; ya que la miseria se
opone a la felicidad. La razón de esto se debe a que, lo debido por la
justicia divina o se da a Dios o se da a las criaturas; y nada de esto
puede ser omitido en el obrar de Dios. Pues Dios no puede hacer nada
que no responda a lo dictado por su sabiduría y bondad, según el modo
en que algo es debido a Dios, como ya dijimos (a.1 ad 3). De forma
parecida también, lo que hace en las cosas creadas lo hace con el
conveniente orden y proporción; y en esto consiste la razón de
justicia. Por lo tanto, es necesario que en todo lo que Dios hace haya
justicia. Por lo demás, la obra de la justicia divina presupone la
obra de misericordia, y en ella se funda. Pues a la criatura no se
debe algo, a no ser por algo preexistente o presupuesto; incluso esto
se deberá también por algo previo. Y como no se puede llevar un
proceso indefinido, es necesario llegar a algo que dependa de la
exclusiva bondad de la voluntad divina, que es el fin último. Como si
dijéramos que tener manos es algo debido al hombre por tener alma
racional; tener alma racional, por ser hombre; ser hombre, por bondad
divina. De este modo, en cualquier obra de Dios aparece la
misericordia como raíz. Y su eficacia se mantiene en todo, incluso con
más fuerza, como la causa primera, que actúa con más fuerza que la
causa segunda. Por eso, también lo que se debe a alguna criatura,
Dios, por su misma bondad, lo da con más largueza que la exigida por
lo debido. Pues para mantener un orden justo se necesita mucho menos
de lo que la bondad divina otorga y que sobrepasa toda proporción
exigida por la criatura.
A las objeciones:
1. Algunas obras son atribuidas a
la justicia y otras a la misericordia, porque en algunas aparece con
más relevancia la justicia; en otras, la misericordia. Y sin embargo,
en los condenados aparece la misericordia no porque les quite
totalmente el castigo, sino porque se lo alivia, ya que no los castiga
como merecen. Y en la justificación del pecador aparece la justicia,
pues quita la culpa por amor, el mismo amor que infunde
misericordiosamente. Se dice de la Magdalena en Lc 7,47: Mucho se
le perdonó porque mucho amó.
2. La justicia y la misericordia
aparecen tanto en la conversión de los Judíos como en la de los
Paganos. Pero hay una razón de justicia en la conversión de los Judíos
que no se da en la de los Paganos. Y es que aquéllos son salvados por
las promesas hechas a sus Padres.
3. También en el
hecho que los justos sufran en este mundo aparece la justicia y la
misericordia. Pues por tales sufrimientos se les limpian pequeñas
manchas, y el corazón, dejando lo terreno, se orienta más a Dios. Dice
Gregorio: Los males que en este mundo nos oprimen,
nos empujan a ir a Dios.
4. Aun cuando la creación no
presuponga nada creado, sin embargo, presupone algo en el pensamiento
de Dios. Y ahí se salva también la razón de justicia, en cuanto que
las cosas existirán según lo determinado por la sabiduría y bondad
divinas. En cierto modo se salva también la razón de misericordia,
porque pasan de no ser a ser.