Artículo 1:
¿Implica el concepto de estado libertad o servidumbre?
lat
Objeciones por las que parece que el concepto de estado no implica
libertad ni servidumbre.
1. Estado se deriva del latín stare, «estar derecho».
Y estar derecho se dice de alguno, a su vez, por razón de la rectitud.
Por eso leemos en Ez 2,1: Hijo de hombre, mantente en pie. Y
San Gregorio dice en VII Moral.: Quienes se
dejan llevar por palabras pecaminosas se alejan de todo estado de
rectitud. Pero el hombre adquiere la rectitud espiritual al
someter a Dios su voluntad. Por eso, a propósito del pasaje del salmo
32,1: Bien está a los rectos la alabanza, dice la Glosa: Son rectos aquellos que dirigen su
corazón a Dios. Luego parece que la obediencia a los mandatos
divinos basta para constituir estado.
2. La idea de estado parece que lleva consigo
inmovilidad, según lo que se dice en 1 Cor 15,58: Permaneced
firmes e inconmovibles. Por eso dice San Gregorio en Super
Ez.: Es una piedra cuadrada y estable en todos
sus lados el que no cae por algún cambio. Ahora bien: la verdad es
la que hace obrar de manera inmutable, según se dice en II Ethic.. Luego parece que por cualquier acto de
virtud se alcanza el estado.
3. El concepto de estado parece referirse a una
determinada altura, puesto que uno está de pie cuando se incorpora.
Pero uno se hace más excelente que otros por los distintos oficios. De
igual modo, los hombres se constituyen en distintas alturas debido a
los diversos grados u órdenes. Luego la diversidad de grados, órdenes
u oficios es suficiente para la diversidad de estados.
Contra esto: está lo que hallamos en los Decretos, caus.II
q.6: Si alguna vez es acusado alguien de causa
capital o de cuestión de estado, ha de defenderse por sí mismo y no
por procuradores, donde por cuestión de estado se entiende
lo relativo a la libertad o a la servidumbre. Parece, pues, que el
estado del hombre no cambia si no cambia lo relacionado con la
libertad o la esclavitud.
Respondo: Estado, propiamente hablando,
significa una posición particular conforme a la naturaleza, con cierta
estabilidad. En efecto, es natural al hombre tener la cabeza
levantada, los pies apoyados en el suelo y los demás miembros
convenientemente ordenados, lo cual no sucede cuando el hombre está
sentado o echado, sino sólo cuando está de pie. Tampoco se dice que lo
esté cuando camina, sino cuando está quieto. Por eso, también en el
campo de las acciones humanas se dice, de cualquier asunto, que está
estabilizado, atendiendo al orden de la propia disposición y, al mismo
tiempo, a cierta inmovilidad o reposo. Por eso, entre los hombres, no
constituyen estado las cosas que cambian y son extrínsecas, como, por
ejemplo, el que uno sea rico o pobre, el que esté constituido en
dignidad o sea de condición humilde, etc. De ahí que se diga, incluso,
en derecho civil, que aquel a quien se
aparta del Senado pierde más dignidad que estado. Pero
parece que sólo pertenece al estado del hombre lo que se refiere a la
obligación de su misma persona, en cuanto que la persona puede ser
dueña de sí misma o depender de otra, y no por causa leve o fácilmente
mutable, sino por algo permanente, que es lo que implica el concepto
de libertad o esclavitud. Por consiguiente, el estado pertenece
propiamente a la libertad o esclavitud, sea en materia espiritual o
civil.
A las objeciones:
1. La posición recta no pertenece
al concepto de estado por sí misma, sino sólo en cuanto que es
connatural al hombre y va unida a la idea de inmovilidad. Por eso, en
los demás animales, es necesario que estén en posición recta para que
pueda decirse que están de pie, como tampoco se dice de los hombres,
por recta que sea su posición, a no ser que estén parados.
2. La inmovilidad no es
suficiente para el concepto de estado, puesto que también están en
posición de descanso los que están sentados o echados, y no se dice
que estén de pie.
3. El oficio se dice por relación
al acto, mientras que el grado implica superioridad de la condición de
la persona.
Artículo 2:
¿Debe haber distintos oficios o estados en la Iglesia?
lat
Objeciones por las que parece que no debe haber diversidad de oficios
o estados en la Iglesia.
1. La diversidad está reñida con la unidad. Pero los fieles de Cristo
son llamados a la unidad, según se dice en Jn 17,21-22: Que sean
uno en nosotros, como nosotros somos uno. Luego en la Iglesia no
debe haber diversos oficios o estados.
2. La naturaleza no emplea muchos medios en aquellos que
puede realizar mediante uno solo. Ahora bien: la acción de la gracia
es mucho más ordenada que la de la naturaleza. Luego sería conveniente
que lo referente a las operaciones de la gracia fuera administrado por
las mismas personas, de modo que no hubiera en la Iglesia diversidad
de oficios o estados.
3. Parece que el bien de la Iglesia consiste sobre todo en
la paz, según se dice en el salmo 147,3: El que puso la paz en tus
fronteras. Y en 2 Cor 13,11 se nos recomienda: Conservad la
paz y el Dios de la paz estará con vosotros. Pero la diversidad no
favorece la paz, mientras que parece que la paz la proporciona la
semejanza, según se dice en Eclo 13,9: Todo animal ama a su
semejante. Y el Filósofo dice, en VII Polit., que la más pequeña diferencia produce disensión en una ciudad. Por
tanto, parece que no es conveniente que haya en la Iglesia diversidad
de estados y oficios.
Contra esto: está el hecho de que en el salmo 44,10 se dice, como elogio
de la Iglesia, que está revestida de variedad. Y la Glosa comenta al respecto que la reina, es
decir, la Iglesia, está adornada por la doctrina de los apóstoles,
la confesión de los mártires, la pureza de las vírgenes y el llanto de
los penitentes.
Respondo: La diversidad de estados y oficios
en la Iglesia obedece a tres razones. En primer lugar, para la
perfección de la misma Iglesia, dado que, del mismo modo que, en el
orden natural, la perfección, que se halla en Dios de un modo esencial
y uniforme, no puede encontrarse en las cosas de un modo disforme y
múltiple, así también la plenitud de la gracia, que está unificada en
Cristo como cabeza, se reparte de diversos modos en sus miembros para
que el cuerpo de la Iglesia sea perfecto. Esto es lo que dice el
Apóstol en Ef 4,11-12:
El constituyó a unos apóstoles, a otros
profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y doctores, para la
perfección consumada de los santos.
En segundo lugar, para la realización de las acciones necesarias en
la Iglesia es preciso emplear personas distintas si se quiere que todo
salga bien y sin confusión. Esto mismo dice el Apóstol en Rom 12,4-5: Asi como en un mismo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos
los miembros realizan las mismas acciones, así nosotros, siendo
muchos, somos un solo cuerpo en Cristo.
En tercer lugar, esto es necesario para la dignidad y belleza de la
Iglesia, la cual consiste en un cierto orden. Por eso leemos en 3 Re
10,4-5 que la reina de Saba, al ver toda la
sabiduría de Salomón, las habitaciones de sus servidores y el orden de
sus oficios, quedó fuera de sí. Y el Apóstol dice, en 2 Tim 2,20,
que en una casa grande no sólo hay vasos de oro y plata, sino
también de madera y de barro.
A las objeciones:
1. La diversidad de estados y de
oficios no impide la unidad de la Iglesia, que se realiza mediante la
unidad de la fe, de la caridad y de la ayuda mutua, según lo que dice
el Apóstol en Ef 4,16: Por quien todo el cuerpo está trabado,
por la fe, y unido, es decir, por la caridad, por todos los
ligamentos que lo unen y nutren, es decir, por el hecho de
servirse unos a otros.
2. Así como la naturaleza no
emplea muchos medios en lo que puede hacer con uno, tampoco se limita
a realizar mediante uno lo que requiere muchos, según se nos dice en 1
Cor 12,17: Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído?
Por eso en la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, fue preciso
que hubiera diversos miembros según los distintos oficios, estados y
grados.
3. Así como en el cuerpo natural
los diversos miembros están unidos mediante la virtud del espíritu que
los vivifica, y faltando el cual se separan del cuerpo los miembros,
también en el cuerpo de la Iglesia se conserva la paz de los distintos
miembros por la acción del Espíritu Santo, que da vida al cuerpo de la
Iglesia, como se dice en Jn 6,64. Por eso dice el Apóstol en Ef 4,3: Solícitos en guardar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de
la paz. Se separa alguno de esta unidad del Espíritu cuando busca
su propio bien, al igual que en una ciudad terrena desaparece la paz
cuando los ciudadanos buscan su propio interés. Por el
contrario, la distinción de oficios y de estados favorece tanto la paz
espiritual como la social, porque obliga a más hombres a dedicarse a
la paz pública. Por eso dice el Apóstol, en 1 Cor 12,24-25, que Dios dispuso el cuerpo de tal manera que no hubiera escisiones, antes
todos los miembros se preocupen unos de otros.
Artículo 3:
¿Se distinguen los oficios por sus actos?
lat
Objeciones por las que parece que los oficios no se distinguen por
sus actos.
1. Existe una infinita diversidad de actos humanos, tanto en el orden
espiritual como en el temporal. Pero no puede establecerse una
distinción fija en lo que es infinito. Luego no pueden distinguirse de
una manera correcta los oficios humanos por sus distintos
actos.
2. La vida activa y la contemplativa se distinguen por sus
actos, como dijimos antes (
q.179 a.1). Pero parece diferente la
distinción entre éstas y los oficios. Por tanto, los oficios no se
distinguen por los actos.
3. Parece que también los órdenes, estados y grados
-eclesiásticos se distinguen por sus actos. Luego si los oficios se
distinguen por sus actos, parece que se deduciría que es la misma la
distinción de los oficios, de los grados y de los estados, lo cual es
falso, porque se dividen de distinta forma en sus respectivas partes.
Por consiguiente, no parece que los oficios se distingan por sus
actos.
Contra esto: está el testimonio de San Isidoro, quien dice, en sus Etymol., que oficio se deriva del verbo
«efficere», y se dice «officium» en vez de «efficium» por eufonía.
Y puesto que el obrar (efficere) se refiere a la acción, los
oficios se distinguen por sus actos.
Respondo: Como ya expusimos (
a.2), la
diversidad de los miembros de la Iglesia se ordena a tres fines: a la
perfección, a la acción y al decoro. Según estos tres fines, puede
tomarse una triple distinción en la diversidad de los fieles. Una, con
respecto a la perfección. Conforme a ello se toma la diferencia de
estados, al ser unos más perfectos que otros. Otra distinción se toma
respecto de la acción, y es la distinción de oficios, pues se dice que
están en oficios distintos aquellos que están dedicados a diversas
acciones. Y, finalmente, una tercera se refiere al orden de la belleza
de la Iglesia. Es la que da origen a la diferencia de grados en cuanto
que, incluso en el mismo estado u oficio, uno es superior a otro. Por
eso dice una versión del salmo 47,4:
Dios será conocido en sus
grados.
A las objeciones:
1. La diversidad material de los
actos humanos es infinita. Ahora bien: los oficios no se distinguen
por ella, sino por una diversidad formal, que se toma
por las diversas especies de actos, en cuanto que los actos del hombre
no son infinitos.
2. Vida es un término absoluto.
Por eso la diversidad de vidas se toma de los diferentes actos que
convienen al hombre en sí mismo. Pero la eficiencia, de donde se
deriva el nombre de oficio, como dijimos (sed contra), implica
una acción que tiende a un término distinto del sujeto, como se dice
en X Metaphysic.. Por eso los oficios se
distinguen propiamente según los actos que se refieren a otros, al
igual que se dice que el doctor, el juez, etc., tienen un oficio. Por
eso dice San Isidoro que oficio consiste en hacer
lo que a nadie perjudique, es decir, no haga daño a nadie y sea
útil a todos.
3. La diversidad de estados,
oficios y grados se toma desde distintos puntos de vista, como ya
dijimos (In corp.). Puede suceder, no obstante, que esta triple
distinción tenga lugar en un mismo individuo. Cuando alguien es
designado para un oficio más alto, adquiere, a la vez, un oficio y un
grado y, a su vez, un estado de perfección por la excelencia del acto,
como sucede en los obispos. Pero las órdenes sagradas se distinguen en
especial por los oficios divinos, pues dice San Isidoro en sus Etimologías: Hay muchas clases de oficios,
pero el principal es el que se ocupa de las cosas sagradas y
divinas.
Artículo 4:
¿Se toma la diferencia de estados de los principiantes, avanzados y
perfectos?
lat
Objeciones por las que parece que la diferencia de estados no se toma
de los principiantes, avanzados y perfectos.
1. Realidades distintas tienen especies y diferencias también
distintas. Pero esta distinción en principiantes, avanzados y
perfectos corresponde al grado de caridad, como se dice en Suppl. q.34. Luego parece que no puede atenderse a esto para
distinguir los estados.
2. El estado, como ya dijimos (
a.1), atiende a la condición
de servidumbre o libertad, a la cual no parece que haga referencia
esta distinción en principiantes, avanzados y perfectos. Luego no es
adecuada la distinción de los estados atendiendo a
esto.
3. Parece que los principiantes, avanzados y perfectos se
distinguen de más a menos, lo cual parece que pertenece, más bien, a
la razón de grado. Pero la división de grados y la de estados son
distintas, como ya se dijo (
q.176). Luego no es correcta la división
en principiantes, avanzados y perfectos.
Contra esto: está el testimonio de San Gregorio, quien dice en IV Moral.: Los convertidos presentan un triple
modo de ser según estén en el principio, en el medio o en el fin.
Y en Super Ez. dice: Una cosa es el
principio de la virtud, otra el progreso y otra la
perfección.
Respondo: Como ya observamos antes (
a.1), el
estado hace referencia a la libertad o a la esclavitud. Ahora bien: en
las cosas espirituales se da una doble esclavitud y una doble
libertad. Una es la esclavitud del pecado y otra la esclavitud de la
justicia. Del mismo modo, una es la libertad del pecado y otra la
libertad de la justicia, como dice el Apóstol en Rom 6,20.22:
Cuando erais siervos del pecado estabais libres respecto de la
justicia. Pero ahora, libres del pecado, habéis sido hechos siervos de
Dios. Y se da esclavitud respecto del pecado o de la justicia
cuando uno se inclina al mal o al bien por el hábito de la justicia.
De igual modo se da libertad del pecado cuando uno no es vencido por
la inclinación a él, y libertad de la justicia cuando uno no huye del
mal por amor a ella. Sin embargo, dado que el hombre se inclina, por
su razón natural, a la justicia, mientras que el pecado va contra la
razón natural, sigúese que la libertad del pecado es verdadera
libertad, que va unida a la esclavitud de la justicia, porque mediante
ambas tiende el hombre hacia aquello que le es conveniente. De igual
modo, la auténtica esclavitud es la del pecado, a la que va unida la
libertad de la justicia, porque ambas impiden al hombre alcanzar el
bien que le es propio. Pero el que el hombre se haga esclavo de la
justicia o del pecado depende de su modo de obrar, como dice el
Apóstol en el mismo pasaje (v.16):
Ofreciéndoos a uno para
obedecerle os hacéis esclavos de aquel a quien os sujetáis, sea del
pecado para muerte, sea de la obediencia para la justicia. Ahora bien: en toda ocupación del hombre puede considerarse un principio, un medio y un fin. Por eso es adecuado que el estado de esclavitud y libertad espiritual se distinga en tres grados: atendiendo al principio, al que pertenece el estado de los principiantes; al medio, y tenemos el estado de adelantados, y al fin, y tenemos el estado de los perfectos.
A las objeciones:
1. La libertad del pecado se
realiza por medio de la caridad, que se derrama en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, como se dice en Rom 5,5. Por eso
dice en 2 Cor 3,17: Donde está el espíritu del Señor, allí hay
libertad. Por eso es la misma la división de la caridad y la de
los estados referentes a la libertad espiritual.
2. Los principiantes, avanzados y
perfectos, con relación a los cuales se distinguen los estados, no se
llaman así por cualquier ocupación, sino por ocuparse de algo en
relación con la libertad o esclavitud espiritual, como ya dijimos (In corp.; a.1).
3. Como ya dijimos (
a.3 ad 3), no
hay inconveniente en que el grado y el estado se den en un mismo
individuo, puesto que en el orden humano, el que es libre, no sólo es
de un estado distinto del estado del esclavo, sino que pertenece a un
grado más alto.