Viene a continuación el tema de la necedad, opuesta a la
sabiduría. Sobre ella se formulan tres
preguntas:
Artículo 1:
¿Se opone la necedad a la sabiduría?
lat
Objeciones por las que parece que la necedad no se opone a la
sabiduría:
1. Parece evidente que la ignorancia se opone a la sabiduría. Mas no
parece que la necedad se identifique con la ignorancia, dado que ésta
versa sólo sobre lo divino, como la sabiduría, mientras que la necedad
versa sobre lo divino y sobre lo humano. La necedad, pues, no se opone
a la sabiduría.
2. Ningún opuesto es camino para llegar a otro. Pero la
necedad es camino para llegar a la sabiduría, conforme a las palabras
del Apóstol: Si alguno entre vosotros se tiene por sabio en este
siglo, ese tal hágase necio para que salga sabio
(1 Cor 3,18). Luego la necedad no se opone a la sabiduría.
3. Un opuesto no es causa de otro. La sabiduría, en
cambio, es causa de la necedad según el testimonio de la Escritura: Necio se ha vuelto el hombre por su ciencia (Jer 10,4), y la
sabiduría es cierta ciencia. Por otra parte, vemos también que tu
sabiduría y tu ciencia te han desviado (Is 47,10), y equivocarse
es necedad. Por consiguiente, la necedad no se opone a la
sabiduría.
4. Finalmente, tenemos el testimonio de San Isidoro en el libro Etymol., que escribe: Necio es quien no se
entristece por la ignominia ni se conmueve por la injuria. Ahora
bien, todo esto atañe a la sabiduría espiritual, según expone San
Gregorio en X Moral. En consecuencia, la necedad
no se opone a la sabiduría.
Contra esto: está la afirmación de San Gregorio en II Moral. de que el don de sabiduría se da contra la
necedad.
Respondo: La palabra necedad parece que
viene de estupidez, y por eso escribe San Isidoro en el
libro Etymol.: Necio es el que por estupidez
no se conmueve. La necedad difiere, sin embargo, de la fatuidad,
como declara allí mismo San Isidoro, en que la necedad implica hastío
del corazón y embotamiento de los sentidos, mientras que la fatuidad
implica privación total de sentido espiritual. Por eso es adecuada la
oposición de la necedad a la sabiduría. En efecto, como dice San
Isidoro: Sabio viene de sabor, porque, al igual que el gusto es
idóneo para percibir los sabores, discierne el sabio las cosas y las
causas. Es, por lo mismo, evidente que la necedad
se opone a la sabiduría como su contrario; la fatuidad, como pura
negación. Porque el fatuo carece del sentido de juzgar; el necio, en
cambio, lo tiene, pero embotado; y el sabio, por su parte, lo tiene
sutil y perspicaz.
A las objeciones:
1. Como allí mismo escribe San
Isidoro, el insipiente es contrario al sabio, porque le falta
discreción y sentido. Por eso parece que se identifican ignorancia
y necedad. Pero inequívocamente se define como necio quien se muestra
falto de juicio sobre la causa suprema; mas si se muestra así en cosas
insignificantes, no por eso es calificado de necio.
2. Lo mismo que hay una especie de
sabiduría mala, como queda expuesto (q.45 a.1 ad 1), llamada sabiduría del siglo, porque considera como causa suprema y último
fin algún bien terreno, hay también cierta necedad o estulticia buena
contraria a la mala sabiduría; es la que induce a despreciar las cosas
de la tierra. De esa estulticia habla el Apóstol.
3. La sabiduría del mundo es la
que engaña y hace ser lerdo ante Dios, como es claro por las
palabras del Apóstol.
4. No conmoverse por la injuria
acaece alguna vez porque al hombre no le satisface lo terreno, sino
solamente lo celestial. Y eso no atañe a la necedad del mundo, sino a
la sabiduría de Dios, como escribe allí mismo San Gregorio. Pero también acaece a veces que el hombre es simplemente estúpido para todo. Es el caso de los dementes, que no captan las injurias. Eso raya en la estulticia absoluta.
Artículo 2:
¿Es pecado la necedad?
lat
Objeciones por las que parece que no es pecado la
necedad:
1. No hay en nosotros pecado que provenga de la naturaleza. Pero hay
algunos que son naturalmente necios. Luego la necedad no es
pecado.
2. En expresión de San Agustín, todo
pecado es voluntario. La necedad no es voluntaria. Luego tampoco
pecado.
3. Todo pecado se opone a algún precepto divino. La
necedad no se opone a ninguno. Por tanto, la necedad no es
pecado.
Contra esto: está el testimonio de la Escritura: La prosperidad
pierde a los necios (Prov 1,32). Ahora bien, nadie
se pierde si no es por el pecado. Por tanto, la necedad es
pecado.
Respondo: Según hemos dicho (a.1), la necedad
entraña cierto embotamiento del sentido para juzgar, sobre todo en
cuanto se refiere a la causa suprema, fin último y sumo bien. Pero ese
embotamiento para juzgar se puede sufrir de dos maneras. La primera,
por indisposición natural, como en el caso de los enajenados, y esa
necedad no es pecado. La otra, por la absorción del hombre en las
cosas terrenas, hecho por el que su sentido queda incapacitado para
captar lo divino, conforme al testimonio del Apóstol: El hombre
animal no percibe lo que es del Espíritu de Dios (1 Cor 2,14), lo
mismo que no saborea las cosas dulces quien tiene estragado el gusto
con mal humor. Esta necedad es pecado.
A las objeciones:
1. Da dada la respuesta en lo
que acabamos de exponer.
2. Aunque nadie quiere la necedad,
quiere, sin embargo, aquello que, como consecuencia, conduce a ella:
apartar el sentido de lo espiritual y sumergirse en lo terreno. Lo
mismo ocurre con los demás pecados. Y así, el lujurioso quiere el
placer, sin el que no puede haber pecado, aunque no quiere el pecado:
querría, en realidad, gozar el deleite sin pecado.
3. La necedad se opone a los
preceptos dados sobre la contemplación de la verdad, y de los cuales
hemos tratado al estudiar la ciencia y el entendimiento
(q.16).
Artículo 3:
¿Es hija de la lujuria la necedad?
lat
Objeciones por las que parece que la necedad no es hija de la
lujuria:
1. San Gregorio, en XXXI Moral., enumera varias
hijas de la lujuria, y entre ellas no cuenta la necedad. La necedad,
pues, no nace de la lujuria.
2. El Apóstol escribe que la sabiduría de este mundo es
necedad ante Dios (1 Cor 3,19). Pero en sentir de San Gregorio, en
X Moral., la sabiduría del mundo está en
encubrir el corazón con enredos, y esto es propio de la doblez.
Luego la necedad más es hija de la doblez que de la
lujuria.
3. Algunos, por la ira, caen especialmente en furor y en
frenesí, cosas propias de la necedad. La necedad, pues, procede más de
la ira que de la lujuria.
Contra esto: está el testimonio de la Escritura: Se fue tras ella
—la cortesana— entontecido, ignorando, necio, que es arrastrado
hacia sus lazos (Prov 7,22).
Respondo: Como ya hemos expuesto (a.2), la
necedad pecado procede del embotamiento del sentido espiritual, hasta
el punto de tornarse inepto para juzgar las cosas espirituales. Pues
bien, el sentido del hombre se sumerge en las cosas terrenas
principalmente por la lujuria, que lanza hacia los placeres más
fuertes que absorben del todo al alma. Por eso la necedad pecado nace
sobre todo de la lujuria.
A las objeciones:
1. Compete a la necedad producir
hastío de Dios y de sus dones. De ahí que San Gregorio
enumere entre las hijas de la lujuria dos que corresponden a la
necedad: el odio a Dios y la desesperanza del siglo futuro,
como dividiéndola en dos partes.
2. Esas palabras del Apóstol no se
han de entender de una manera causal, sino esencial, es decir, en el
sentido de que la sabiduría misma del mundo es necedad ante Dios. De
ahí que no todo lo que atañe a la sabiduría del mundo sea causa de esa
necedad.
3. La ira, como hemos dicho (1-2 q.48 a.2), con la excitación es capaz de alterar profundamente la
complexión del cuerpo. Por eso principalmente es causa de la necedad,
que nace de perturbación del cuerpo. Mas la necedad que proviene de
desorden espiritual, es decir, del engolfamiento del alma en lo
terreno, proviene sobre todo de la lujuria, como queda
dicho.